por Maria Alejandra Escalante
El gobierno de Venezuela, criticado por muchos y polémico en el ámbito internacional, se tomó el esfuerzo de hacer algo que no muchos otros gobiernos harían hoy en día: llevar a más de 130 grupos de organizaciones sociales tanto venezolanas como internacionales y a representantes de movimientos sociales a Isla Margarita por una semana (lista completa de invitados). Además de disfrutar del sol, los mariscos, el mar y las orquestas de salsa, todas aquellos que volaron a través del mundo para estar juntos, activistas sociales y ambientalistas tanto de comunidades de base como parte ONGs que llevan como bandera la justicia climática, se dedicaron a trabajar en la construcción de una nueva visión de sociedad, una sociedad más igualitaria, menos consumista, menos destructora de todo lo que nos rodea.
Antes de continuar, dos pasos atrás:
en la última Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas, la COP19 en Varsovia, se anunció que la siguiente COP sería en Lima, Perú a finales del 2014. Es importante resaltar que la COP20 Lima tiene una relevancia enorme para los movimientos sociales latinoamericanos que se identifican con la lucha por la justicia climática tanto por la presión ejercida dentro de las negociaciones para alcanzar avances reales en cuanto a la mitigación y adaptación ante el cambio climático, como por el tamaño de la posible incidencia de la sociedad civil en sus gobiernos, y más importante aún por la oportunidad de la articulación y fortalecimiento de las redes de luchas por la justicia ambiental y social. Fue entonces en Varsovia cuando el gobierno Venezolano, que lleva como insignia el legado comunista de Hugo Chávez y que se destaca dentro de la UNFCCC (Conferencia de Cambio Climático de la ONU por sus siglas en inglés) como un país tajante en sus críticas hacia la falta de ambición por parte de muchos otras naciones frente a los impactos del cambio climático, anunció que serían los anfitriones de la preCOP. La preCOP siempre ha sido un evento humilde, poco mencionado al cual solo asisten los representantes de gobierno, y en el que se habla muy calladamente sobre lo que serán las negociaciones oficiales antes de que dé comienzo la COP oficial.
Al gobierno Venezolano nunca le interesó seguir la línea usual por las que iban las preCOPs, líneas poco trascendentales y exclusivas de toda voz proveniente de la sociedad civil. Es así como Venezuela decide que ésta será una preCOP social, mayormente guiada y estructurada por cuantas organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales fueran posible invitar. Esta iniciativa Venezolana es inusual, porque la realidad es que son pocos los gobiernos que quieren y que dejan que nosotros, como sociedad civil, hablemos y mucho menos nos organicemos en un espacio determinado. Los gobiernos usualmente le temen a este tipo de asambleas. En este proceso, por el contrario, el gobierno de Venezuela encabezado esta vez no por Chávez o Maduro sino por Claudia Salerno, delegada oficial ante la UNFCCC, le aseguró a los asistentes de la preCOP que estaban en total libertad de hacer de ese espacio lo que mejor quisiesen, que ellos como gobierno nos darían lo único que tenían: su independencia y soberanía como nación, para llevar a los espacios oficiales de las negociaciones las demandas y perspectivas de la gente frente al cambio climático.
Venezuela recibió crítica tras crítica por parte de muchos opinadores que tildaban de incoherente que un país netamente petrolero auspiciara con tanto empeño una reunión social precisamente para hablar de cambio climático y atacar, con total razón, la extracción y producción de crudo como el principal factor de emisiones de carbono. Muchos decidieron no asistir a la preCOP social por estas razones, pero otros decidieron considerar y poner en perspectiva el contexto venezolano antes de tirar por la borda una oportunidad única de encuentro. Así fue como Venezuela, contra viento y marea, obstáculos logísticos como la cancelación de vuelos y aerolíneas que por políticas compulsivas se niegan a tener buenas relaciones con los venezolanos, y a pesar de ser primíparos en la organización de un evento de tal magnitud, logró que todos nosotros nos reunieramos cara a cara y tuviéramos el espacio de discutir acerca de nuestro futuro sin censuras ni reproches. Pocos gobiernos, incluso en mejores condiciones económicas que Venezuela, no habrían movido un dedo por hacer que este valioso espacio de integración y diálogo existiera.
Empezó entonces la primera ronda de la preCOP social en preparación de la segunda reunión que también será en Margarita a principios de Noviembre. La idea fue montar las bases ahora en Julio de lo que será la preCOP en oficial en algunos meses. Estas bases se construyeron durante cinco días de trabajo intenso. Los primeros dos días fueron una mezcla entre paneles y discusiones abiertas que tuvieron que ver con la acción de los gobiernos locales en las soluciones frente al cambio climático, y las perspectivas e iniciativas de los jóvenes ante el estado de nuestra sociedad. Siguieron tres días de debates entre los asistentes que se dividieron en 5 mesas con temas particulares: 1) impactos sociales sobre el cambio climático; 2) Ética Climática: responsabilidades diferenciadas y capacidades respectivas; 3) Participación social en la toma de decisiones; 4) Combatir el cambio climático: acciones directas para la transformación; 5) Responsabilidades Norte-Sur: compromisos en el Norte para fortalecer la acción en el Sur. Las mesas de debate fueron facilitadas por miembros de la sociedad civil escogidos dentro de los mismos asistentes; el gobierno tuvo poca a cero presencia dentro de estos debates, valga la aclaración. Los temas eran amplios pero la premisa clara debemos ¨cambiar el sistema, no el clima¨, y el resultado de estos días de debate es la Declaración de Margarita, (versión en inglés) que consta de 62 puntos que tocan temas puntuales dentro de las negociaciones de cambio climático, como otros temas transversales que usualmente los delegados ante la UNFCCC no toman en cuenta como el impacto en la educación, la soberanía alimentaria, los derechos de la Madre Tierra, la adopción de nuevas alternativas de vida desligadas a la idea encuadernada del desarrollo y el intercambio intrageneracional como vías de soluciones ante el incremento de las temperaturas globales y sus desastrosos efectos en la vida sobre el planeta.
Descartando cualquier idealismo es lógico entender que los debates no siempre fueron dulces y amenos, y no era esa la expectativa con tal diversidad de contextos y visiones dentro de las mesas de discusión. Uno de los temas complejos fue claramente el de la urgente reducción de extracción petrolera para controlar las emisiones de carbono. Al contrario de lo que muchos especularon, los mismos ciudadanos venezolanos y sin censura por parte su gobierno (a sorpresa de algunos que se dedicaron a hacer falsas acusaciones sobre el proceso) estuvieron de acuerdo con los necesarios cortes en esta industria, y así fue como se dejó por escrito en la declaración en el punto 15 que :¨ para no sobrepasar los 1.5 grados de incremento en la temperatura es necesario dejar el 80% de las reservas de combustibles fósiles conocidas¨.
Llegar a acuerdos comunes siempre es un proceso frustrante que requiere paciencia y perseverancia, pero no hay dudas de que la preCOP social generó un ambiente de trabajo mutuo en donde el esfuerzo máximo se puso en encontrar maneras más fuertes y efectivas para trabajar en conjunto, los unos con los otros, hombro a hombro, en el largo camino por la justicia ambiental y social. La energía que se sintió en la preCOP fue una energía de ímpetu y construcción, no la energía de combate y ataque que predominan los espacios oficiales de la UNFCCC. Nosotros fuimos a Venezuela a encontrar la forma de ser mejores amigos, fortalecer nuestros lazos y de tomar ventaja, de manera franca y honesta, de la posición radical que ha construido gobierno Venezolano dentro de la UNFCCC.
La Declaración de Margarita será leída por el presidente Nicolás Maduro en la Cumbre Presidencial de Ban-Ki Moon a Nueva York en Septiembre en donde se espera que durante un día (mágicamente) los presidentes del mundo ante la ONU se alienten a sí mismos e incrementen sus compromisos frente a la mitigación, adaptación y pago de los daños y pérdidas ante los impactos del cambio climático. Entre Septiembre y Noviembre se planea exponer la Declaración por diferentes medios y convocatorias a la mayor cantidad de organizaciones de sociedad civil que no pudieron estar directamente presentes en Margarita para que se alimente de visiones y perspectivas. En Noviembre cuando sea la preCOP oficial, se esperan que asistan aún más representantes a Margarita para esta vez darle a la Declaración un toque mucho más enfocado hacia los procesos internos de la UNFCCC. Con esta Declaración más pulida y cortante se piensa hacer la mayor incidencia posible y la movilización más grande de sociedad civil en la COP20 Lima. La relevancia y trascendencia de una Declaración social más dentro de las que ya han sido redactadas como la de Cochabamba en el 2010 es discutible. Sin embargo, lo importante y meritorio de este asunto es que lo que ha sucedido hasta ahora en la preCOP social es acelerar un proceso de incubación: la sociedad tanto latinoamericana como de las otras regiones del mundo que se han visto sacudidas una y otra vez bajo las falsas ideas del desarrollo, están gestando un poder de acción enorme, un poder que se ha ido filtrando poco a poco dentro de las estructuras del sistema y que toma cada vez más fuerzas y anhelos por una transformación radical de los paradigmas actuales de vida.